domingo, 8 de septiembre de 2019

Bogotá. 08 de septiembre 2019.

Hice un nuevo amigo. Un zuliano de Cabimas llamado Eduardo, quién me arregla a Susana. En poco tiempo hemos creado una buena y sana amistad, gracias a un vínculo ineludible: Dios.
Compartir La Palabra a diario me han hecho ver y reflexionar sobre muchas cosas significativas en mi vida, mi familia,  mi pensamiento. Yo necesité de él y él me escuchó.

Eduardo me invitó hoy al templo, donde la lectura de la biblia me cayó directo al corazón. Literalmente yo llegué a ese templo para oir lo que tenía que oir. No lo puedo explicar con palabras.
Luego, me llevó a su casa donde compartimos un rico almuerzo y mucho, mucho café.

Se que muchos no lo van a entender, pero no importa, porque me conformo con el entendimiento de Dios.

Amen.

sábado, 7 de septiembre de 2019

Bogotá. 7 de septiembre 2019.

Hace unas semanas vinieron mis cuñados. Mi cuñada Diana, su esposo y su hijo menor emigraron a Mexico y pasaron por aquí unos días. Su hermano, con su esposa y sus dos hijos también vinieron a despedirlos,  así que durante 4 días nuestro apartamento estuvo lleno de gente, actividad, ruido... y comida.
Me gustó tener gente en la casa, pero no me gustó no tener nada que ofrecer, incluso me dio vergüenza salir a trabajar con Susana y hacer menos de $10.000 diarios. Eva no me ayuda para nada pues sigue desconectándose cuando mas pedidos hay y la batería solo dura 3 horas...
He probado todas las combinaciones posibles: salir mas temprano, apagar datos cuando no hay pedidos,  llegar mas tarde a fin de día y nada. Solo hago $12.000 diarios o menos.

Este mes hay que pagar mas cosas pues con la visita, hubo mas consumo. Y ahora si es verdad que no hay con que pagarlas.

Estoy intentando refugiarme en la oración y  aun no veo ningún cambio positivo.
Ya perdí 15 kilos de peso y masa muscular, viendo mi piel arrugada. Ahora si me veo viejo y ya estoy cansado de rodar y rodar y rodar para no producir nada.

Hoy me siento abandonado, ignorado, inútil, con hambre, infeliz, angustiado. Para como, no puedo decir nada en casa pues se dice que debo quitarme la nube negra de encima. Como si fuese una elección.

Bogotá. Del 12 de marzo al 13 de agosto 2019

Superbid. Luego de una entrevista donde se me catalogaba como El Mesias comencé a trabajar en una casa de subastas de equipos industriales, como Analista de pagos, del departamento de Subgerencia de operaciones.
Las primeras dos semanas fueron de entrenamiento y luego zaz! Me soltaron a caminar solo. Les explico: mi antecesora creó bases de datos en excel desde la creación de la empresa y fue creando bases de datos a medida que fue necesario crear un control. En vez de crear un sistema unificado y automático, la misma información se repetía varias veces, lo que originó una gran confusión cuando la empresa creció. Y no lo repararon. Asumo que esta chica (muy linda y talentosa) se dio cuenta del lío y decidió huir a la derecha.
Esto causó un caos que no pudimos arreglar tres personas seguidas. Eso no lo dijeron en la entrevista. Ademas, el sub gerente de operaciones, en su afán de quedar bien, creyó que cada uno de los sustitutos nos sabíamos toda la trama y nunca nos dijeron que habían pagos atrasados a clientes que participaron en las subastas, pretendiendo que solucionaramos casos que no conocíamos, además de que el maricon de contabilidad (encargado de hacer los pagos) se dio a la tarea de sabotearnos todo el proceso.
En conclusión, los clientes se arrecharon, reclamaron, nos insultaron una y otra y otra vez por no tener respuestas, mientras contabilidad decía que estaba ocupada.
Yo, particularmente, dejé de dormir, comer y perdí mi tranquilidad teniendo que tomar sedantes por mi constante angustia. Llegar a la oficina se convirtió, literalmente, en un ataque de pánico donde solo me faltó ponerme a llorar.
Algunos me apoyaron, no lo niego y les estaré eternamente agradecido pero la figura que debió hacerlo no lo hizo y simplemente me sustituyó, como las chicas anteriores.
Así, el 1 de mayo me quedé sin empleo en Colombia.
Desde ese momento nuestra vida se convirtió en una real pesadilla pues sin trabajo ¿como pagamos el apartamento, como pagamos los servicios, como compramos comida?
Algunos amigos nos ayudaron un tiempo,  pero luego ya no pudieron hacerlo. Lógico.  Otros se hicieron los locos, otros nos ignoraron.
Otros nos pusieron en manos de Dios.
Cada dia, para mi, es una gran angustia por no tener dinero suficiente y Yaneth tuvo que ponerse a limpiar una casa.

Nuestro plan de emigrar para trabajar tranquilos a nuestra edad, se convirtió en una pesadilla de hambre y angustia constante.

lunes, 19 de agosto de 2019

Bogotá. 19 agosto 2019.

Aun me falta contar lo acontecido del 12 de marzo al 01 de mayo 2019, pero para no perderme mucho (mi mente ya no es la misma) comenzaré contando mi dia a dia.
Hoy fue un día particularmente provechoso, hasta que Susana se dañó.  Salí desde temprano a trabajar y tuve pedido a los pocos minutos. El pedido tenia un pago en efectivo y el haberme tardado porque la dirección era confusa y no tener vueltas (sencillo para el cambio) me hizo ganar una calificación de 1 sobre 5. No podía esperar nada mejor de un marico que pide empanadas a domicilio a las 9:30am...
De allí comencé a tener problemas con la rueda trasera de Susana. Sorpresivamente, se pegó al cuadro, asi que solté el gancho (no usa tuerca) y enderecé la rueda. De alli me fuí al pit de la 61 para tomar café y recargar el celular, mientras ajustaba los frenos, que también están fallando.
Ya he notado que en los pits hay muchos venezolanos... pero la mayoría son jóvenes y no me hablan. Tampoco me afecta. Solo río cuando dicen algo cómico. Me tomé mi café, arreglé los frenos y salí de nuevo a la zona donde siempre trabajo. Me conseguí en el camino con una ola de frío que me llegó a los huesos. Tremendo. Llegué al punto y casi me enrollo en mi mismo para aguantar el frío.
Salió otro pedido un poco mas lejos, luego de ver que a los chamos les suena su celular 50 veces mas que a mi... y rechazan los pedidos. A mi me llegan tres al día.
Despaché y de regreso fui de nuevo al pit porque debía, urgente, ir al baño. Esta vez me tardé mas para recargar el celular y la batería de emergencia. Cuando estuvo todo bien, salió otro pedido cerca y zaz! Se jodió de nuevo la rueda trasera de Susana. Esta vez no se quiso arreglar y tuve que cargarla hasta estar cerca del destino. Esta vez, fue bastante perdida la dirección y tuve que dejar a Susana amarrada a un poste. De regreso, la ajusté como pude y regresé a casa esperando no tener mas inconvenientes. Y no los tuve.
Total, hice como $13.000 el día de hoy, repartido en 3 pedidos, donde uno me calificó negativo. $13.000.. ¿que coño hago con esa cantidad si un sueldo diario es de $28.000?¿y los $14.000 que faltan?
Perdón,  pero ya estoy mamado de que la gente me diga que debo tener paciencia, que todo va a mejorar... no joda.
A fin de día, luego de salir otra vez a comprar harina para las arepas de la cena, nos sentamos en familia a ver Dumbo, de Tim Burton. Pensé que me iba a dormir pero la película resultó buena. Comentamos, nos reímos, compartimos. Me di un merecido baño de agua caliente y ahora ya estoy en mi cuarto rodeado de zapatos y medias con pecueca.
Cabe destacar que desde que me mudé con mis chicas, ya no tengo lavadora gratis y mi ropa esta sucia... desde el 01 de mayo... he lavado algunas cosas, pero medias,  solo tengo dos pares que medio funcionan... y debo usarlos dia a dia.
Hoy me siento decepcionado,  cansado, aburrido, hambriento. Matarme físicamente 9 horas diarias por $13.000 (a veces, hasta menos) no me hace gracia. Y antes de que me digan nada, si rezo y si pido perdón y pido ayuda.
Ninguna de las dos.

Mañana,  haré la misma rutina: salir en Susana a que se me congele el culo por $8.000. Y tal vez escriba lo que me falta.

D.

martes, 13 de agosto de 2019

Bogotá. 13 agosto 2019.

Martes 13.
Desde ayer en la noche esta lloviendo sobre la ciudad. En realidad, ya en la tarde, como a las 4pm se sentía el rocío y el viento frío.
Hoy, amaneció lloviendo y todo encharcado. Y mientras camino de regreso al apartamento, y siento como el agua moja los dedos de mis pies entrando por mis zapatos rotos y humedeciendo mis medias, también rotas.
Tengo gripe y una tos que me ahoga. Es el costo de salir a trabajar en la bicicleta, lloviendo y con aire frío. Ahora, mis pies mojados no son muy convenientes.
Analizando la situación ¿en realidad vale la pena? Trabajar bajo la lluvia y el frío para ganar $12.000 diarios? No tener ropa decente que ponerme, comida nutritiva, ni colchones aceptables para descansar? En serio  ¿para que? Vivir con hambre todo el dia ¿para que?
En realidad, no le veo el queso a la tostada. Mucho esfuerzo para vivir miserablemente. Y lo peor es que en Venezuela estaría en otras condiciones tal vez peores, no se.

domingo, 11 de agosto de 2019

Bogotá. Del 14 de noviembre 2018 al 12 de marzo 2019

La oficina quedaba muy cerca de donde iba a vivir. Caminando llegaba en 20.minutos y como me venía por la Carrera 13 y habían bastantes tiendas, se me hacía divertido el viaje.
Mi primer día de trabajo llegué tan temprano que me dio oportunidad de pulir las botas. Aquí aprendí que si no conoces las direcciones, es mejor llegar temprano. Esa escusita maracucha de me perdí y por eso llegué tarde, aquí no funciona.
Pero mi jefa inmediata, si llegó tarde. Gran ejemplo.
La oficina, ubicada en el 4to piso de un edificio de apartamentos, tenia dos áreas: la de la derecha era una inmobiliaria que administraba una cantidad de alquileres y la de la izquierda llevaba mas de 2000 casos de embargo por distintas razones. Se me comenzó presentando como un auxiliar administrativo y estaba a la orden de todo y de todos. Todos saludaron y siguieron en lo suyo.
Ese primer día,  me afiliaron al servicio de salud y  firme un contrato por 6 meses. Días posteriores a pensiones y cuentas bancarias.
Al final del día,  corrí a la residencia, llevé el contrato de trabajo y la documentación y me entregaron las llaves de mi habitación. Luego, fui a un supermercado y compré lo básico: un colchón inflable, utensilios de cocina, almohadas... lo esencial. Después corrí al apartamento de la Tía a buscar mis cosas.
Desde un principio no quería quedarme allí mucho tiempo para no molestar, así que agradecí y pedí disculpas por las molestias causadas.
En la noche, me establecí en mi nueva casa: un apartamento compartido con 6 cuartos,  dos baños,  cocina, estar, lavadora,  wifi, tv por cable y agua caliente.
Ese día sentí que lo había logrado todo, en 15 dias: trabajo y casa. Wow! Que euforia!... pero es malo emocionarse tanto...
A partir de alli mi vida se fue volviendo rutinaria. Cada mañana me preparaba mi desayuno temprano y salía a la oficina caminando. Siempre llegaba de primero como 30 minutos antes y siempre tuve que esperar a que habrieran temprano.
Tenia una hora para almorzar desde la 1pm hasta las 2pm y salía a las 5pm; caminaba 20 minutos al apartamento, me bañaba, preparaba mi cena y el almuerzo del día siguiente y me acostaba a dormir.
Todos los dias!
Los fines de semana,  iba a los museos, el planetario, parques, centros comerciales.
Me adapté sorprendentemente rápido a la ciudad y su entorno. En la oficina, me puse a trabajar con los abogados  (del lado izquierdo) y me sentí muy cómodo y a gusto con ellos. No me dejaban hacer nada de lo que sabía,  pero no me importaba. Igual hacia mi trabajo y luego me iba a casa.
Me di cuenta que todos, o la mayoría, me trataban muy bien.  Una señora comentaba, en voz alta, que odiaba a los venezolanos (unos choros asaltaron a su mamá y aseguraban que eran venezolanos) pero al salir de la oficina, zaz! Se acababa el encanto. Nunca nadie fraternizó conmigo ni me invitó a tomar un  tinto o tuvo algún gesto distinto. Repito: no me trataron mal... pero no eran como mis compañeros de trabajo de 24 años atrás. Pero podía vivir con eso.
Si me di cuenta de que el dinero rendía poco y siempre quedaba medio apurado días antes de cumplir las quincenas. Mas de una vez tuve que pedir prestado y los devolvía dos días después.
Aproveché el servicio médico y me puse en tratamiento para la tensión y los dolores de cabeza.

Diciembre llegó rápido y con él,  nostalgias por no estar con mis chicas. Extrañarlas era constante y se hizo aburrido salir sin ellas. El 24 de diciembre, fui a una iglesia y luego me regresé al apartamento,  cené (un tamal comprado en un supermercado) y me acosté a dormir. Lo mismo hice el 31 de diciembre,  aunque una prima de mi esposa me invitó a pasarla con su familia.
Para fin de año, la empresa perdió el contrato de las demandas y despidieron a todos los del lado izquierdo... menos a mi, así que pasé al lado derecho.
Tuve que empezar de cero y aprender sobre alquileres en un área donde por años, todo lo llevaba una sola persona. Y no digitalizado.
Se acabó el encanto y toda la gente amable se fue. El trabajo se hizo pesado y tedioso y comencé a preocuparme.

Mis chicas llegaron el 14 de febrero y las recibí con sus respectivos regalos. Como yo vivía en una habitación,  no podía llevarlas, así que se quedaron en el apartamento de la tía, mientras Yaneth conseguía empleo y nos mudabamos todos juntos. Mientras, seguíamos separados pero cerca.
Los fines de semana la pasábamos juntos y yo les preparaba comida, y salíamos a los sitios cercanos. También aprovechamos el seguro para atender algunas dolencias de Paula.
Caminando, conseguimos un apartamento en buena zona, cerca del colegio de Paula y a buen precio. Estaba un poco escoñetado, pero nos funcionaba a los tres, pues ya estábamos de nuevo juntos y no molestabamos a nadie.
Luego un día, me ofrecieron un mejor empleo más lejos pero con mejores condiciones, así que renuncié donde estaba y comencé a trabajar en una casa de subastas industriales.
Seguía subiendo, pero todo lo que sube, tiene que bajar...

viernes, 9 de agosto de 2019

Bogotá. Del 3 al 14 noviembre 2018

El cansancio me venció y logré descansar aunque, cada vez que me paraba al baño, los perritos se alborotaban. Greta y Splinter hacían mucha bulla y yo iba al baño cada 2 horas.
En la mañana, la Tia me hizo desayuno y su hija, Sofia, se ofreció a mostrarme lo básico de la ciudad y algunas posibles habitaciones (aquí no se dice residencia, pues una residencia es un burdel).
El paseo fue largo he instructivo. Me enseño como orientarme y no perderme en la ciudad. Me llevó a ver varias habitaciones, me llevó al centro, a la plaza de Bolívar, al Chorro de Quevedo  (donde se fundó Bogotá) y luego comimos alitas de pollo con cerveza.
El resto de los días, trataba de no estar en el apartamento para no molestar. Mientras esperaba por una entrevista de trabajo con un familiar de ellos y la entrega de mi cédula, caminaba a diario viendo posibles habitaciones. También, conocí los alrededores del barrio, estando al tanto de todo lo que estaba cerca.
Me entrevisté con la directora de un colegio para Paula y luego con quien sería  mi primer jefe.
Este señor, muy ocupado y diplomático,  es el esposo de una prima de mi esposa. Me ofreció ayudarme en todo, incluso me ofreció dinero si necesitaba. Luego lo estuve buscando para esa ayuda y nunca apareció. La condición para el trabajo era mi cédula legal y precisamente lo mismo me pidieron en una habitación que encontré. Tocaba esperar una semana para tener mis documentos y comenzar a trabajar y mudarme.

La cédula me la entregaron el 12 de noviembre, ese día me volví a entrevistar con el señor el cual me indicó que comenzaría a trabajar el 14 de noviembre. Me hicieron mi contrato, se lo pasé al dueño de la habitación y ese mismo día, comencé a trabajar y me mude, por fin, solo.

Bogotá. 2 noviembre 2018

2do día.
Me desperté temprano y aunque la cama no era lo que esperaba, logré  descansar mi adolorido cuerpo.
Llamé a mi amiga Mariale, quien supuestamente me iba a tener donde vivir y al final resultó falsa alarma. Sin embargo, quedamos en vernos en la zona donde ella vive: Suba.
Caminé como 7 cuadras hasta encontrar la estación del Transmilenio  (bus que asemeja un metro y que va por una vía exclusiva). Pregunté en la taquilla como era el proceso y me informaron que la tarjeta costaba  $5.000 y cada viaje costaba $2.300, asi que pagué  $20.000 para estar cubierto.
Esa fue la primera vez que use el transmilenio. Me tuve que bajar en una parada y tomar otro bus, o sea un transbordo.
El viaje fue fantástico. Al principio,  el primer bus iba super lleno y quedé prácticamente pegado a la puerta, pero cuando hice el transbordo logre sentarme y disfruté un largo, largo viaje hasta el Portal de Suba (la última estación).
Aun era temprano, asi que entré en en Exito a curiosear y comer algo. Quedé loco al ver todo lo que había en el supermercado. Hasta motos vendían!
En la parte de afuera, había sitios de comida y me desayuné dos empanadas de pollo con queso y una gaseosa (refresco) de manzanita Postobon (favorita de mi esposa). Las empanadas aquí no son como las de Maracaibo. Al menos, las de pollo. Pareciera que cada empanada tuviese una pechuga de pollo. Riquisimaaaa!!
Luego de desayunar, Mariale me indicó como y donde encontrarnos, así que me puse en camino.
Tenía mucho tiempo sin verla y fue inevitable emocionarme. Caminamos por todos los edificios cercanos y tomamos datos de los teléfonos de alquileres. Conversamos y nos pusimos al día.
Me indicó que bus tomar de regreso y nos despedimos.
En el camino, la Tia Oliva (hermana de mi suegra) me llamó para ver como había pasado la noche y le dije que me tuve que quedar en un motel.
Ella me ofreció su casa mientras me establecía, así que fui al apartamento de Angy, recogí mis cosas y me fui a Teusaquillo, sitio donde ella vivía con sus hijas y su nieta.
Me recibieron muy bien. Yo seguía aturdido por todo el cambio y el cansancio mental me estaba afectando. Me ofrecieron un sofá en la sala, el cual acepté de gran agrado. Esa noche de seguro (y todas las siguientes) no los deje dormir con mis ronquidos.
Pero ya estaba algo mas tranquilo.
Allí estaría dos semanas...

Bogotá. 1 noviembre 2018

Angy me recibió afectuosamente. Vive en el borde de un barrio muy parecido a lo que sería la vecindad del Chavo. Imagino que será así con edificios bajos, todos pegados, algunos con estacionamiento y otros no.
En la esquina, una pequeña panadería ya había abierto sus puertas y los primeros vecinos disfrutaban de un tinto (café negro) con un cachito o un pan hojaldrado. Antes de continuar debo aclarar que hay muchas palabras que aun no me aprendo. Aquí hablamos el mismo idioma, pero no el mismo lenguaje. De repente haré mención a alguna palabra conforme la vaya recordando.
Decía que algunos vecinos  (aquí todos se llaman vecinos) ya disfrutaban de sus tintos matutinos. Otras personas, en otros lugares, acostumbran a desayunar con platos dignos de un almuerzo. Me parece rico (siendo yo un tragón) pero pesado.
El edificio donde vive Angy queda sobre la panadería y se aprecia el olor a pan recién horneado todo el día. Edificios viejos de dos o tres pisos, con escaleras estrechas he inclinadas. Tuve que subir mis tres equipajes dos tramos de escalera.
Primera norma: no se puede hablar duro; las paredes son delgadas, los vecinos oyen todo y luego se quejan. Me sugirieron bajar el volumen de mi vozarrón.
El apartamento, sumamente acogedor, con dos habitaciones, un baño, sala, comedor y cocina. Yo, venia lleno de gases por el viaje, así que pedí prestado el baño. Al entrar me di cuenta que las paredes no llegaban al techo, por lo que mis sonoros peos se oirían claramente. Tuve que optar por tragármelos un rato, mientras me lavé la cara, los dientes y las manos.
Angy habla bastante y de todo. No puede uno aburrirse con ella. Me dio excelentes consejos y tips de como vivir en la ciudad.
Me brindó un rico desayuno y me propuso ir a ver posibles habitaciones cerca.
Para ese momento, ya mi mente y mis preocupaciones estaban activadas. Estaba sumamente cansado y quería establecerme, quitarme la ropa y descansar. Eso no iba a ser fácil.
No me había percatado de que aun era temprano y que casi todo estaba cerrado y algunos aun dormían. Así que tuve que bajar dos grados de intensidad y esperar a que todo despertara.
Primero, acompañé a Angy al centro comercial que estaba cerca. Ella iba al banco y yo a la casa de cambio para tener pesos para subsistir. Entre a un supermercado y no pude evitar emocionarme al ver toda la comida y licores y frutas y cosas deliciosas que vi.
Luego, fuimos a caminar para buscar habitaciones y la mayoría me rechazó por ser venezolano. Bienvenido a la realidad.
Me gustaba la zona y en verdad me hubiese gustado vivir allí, pero no había habitación disponible. Al menos,  no para mi. Y me comencé a angustiar.
Llamé a una amiga que había quedado en tenerme un sitio y me dijo que ya estaba ocupado.
Llamé a mi familia y les conté lo que estaba pasando...
No recuerdo si almorce o no ese día, tampoco recuerdo haber cenado, pero si recuerdo haber caminado muchas muchas cuadras. Llamé a muchos dueños y ninguno me hizo caso.  Mi última opcion ese día fue buscar un hotel donde pasar la noche.
Regresé al apartamento de Angy y le dije que dormiría en un hotel esa noche y que por favor,  guardara mis maletas mientras veía donde iba a mudarme.
Tomé otro taxi y me fui a un motel, a 10 cuadras de distancia,  con un cambio de ropa en un morral recién comprado.
El cargador del celular se había dañado, así que tuve que comprar otro nuevo. Gastos imprevistos.

El hotel era un tiradero muy fino. Mi habitación con una cama como de cartón era amplia con su baño y un tv de 40" donde proyectaban una película porno. Me gusta el porno, pero solo quería dormir.
Me di un baño de agua caliente y me tiré todos los peos acumulados. Me acosté y me dormi de inmediato. Serian como las 6:30pm.
Fin del primer día.

Colombia. II parte

Poco antes de las 3am desperté al sentir que el bus se detenía. Hacía rato que el frío (creo que mas externo que interno del bus) hizo que me cubriera con mi chaqueta. El dolor de espalda también pedía caminar un rato y tomar un calmante, así que me puse mis botas y bajé como algunos pasajeros.
Estábamos en un terminal de pasajeros en un sitio llamado Chia.
Varios puestos de comida rápida, panes, recuerdos, estaban abiertos y todos estaban muy despiertos! Pregunté por el precio de una pieza de pan dulce  (mi suministro de panes con queso ya no existía y tenia mucha hambre) y sin conocer mucho de pesos colombianos, me pareció que $8.000 por un pan, era mucho, así que fui al baño, donde tuve que pagar $500 solo por mear.
Al salir, opté por comprar un paquete de tostones y otro litro de agua por tan solo $5.000. Volví al bus, me tome 4 ibuprofenos de 200mg y me comí mi toston con agua. No entendía como algunos pasajeros comían sopa de res, chorizo y granos a esa hora!!
Una amiga de mi esposa, pendiente todo el viaje de mi (no lo había mencionado) me escribió preguntándome por donde iba, y cuando le dije donde me comentó que estaba cerca de Bogotá,  como a 2 horas y media.
Me volví a acomodar en mi incomoda silla y me deje llevar por el sueño mientras las pastillas hacían efecto.

Volví a despertar al sentir que el bus cambiaba mucho de velocidad. Abrí la cortina de la ventana y esta estaba totalmente empañada, signo inequívoco de que afuera había mas frío que adentro; además, logre ver más tráfico y edificio, por lo que asumí que ya estaba entrando a la ciudad.
El reloj me indicaba que eran las 5am y en el cielo vi un avión volar bajo. Ya estaba en Bogotá!!
Parece mentira pero ese pedacito de tiempo, cuando uno sabe que esta cerca, se hace mas largo. Mi ventana seguía empañada pero en la distorsión veía taxis amarillos, buses de transporte público, particulares, motos y mucha gente caminando.
Mi primera emoción fue ver una ciudad inmensa, despertar como si nada. Mostraba, sin enseñar, que todo funcionaba: la gente iba a sus trabajos, no había colas en las estaciones de servicio, ni durmiendo en las entradas de los supermercados guardando turno para entrar a comprar comida.
El bus rodeó el terminal y se detuvo al final de un andén. La mayoría se levantó de inmediato para bajar; yo me quedé sentado mirándolos. No tenia apuro, nadie me esperaba. Otros, al igual que yo, seguían en sus asientos desperezandose.
Finalmente,  me levanté me coloqué mi chaleco de lana, mi chaqueta de cuero y mi gorro favorito, encendí mi snapcam y grabe un corto video mientras bajaba del bus.
El aire frío me golpeó la cara. Y me sonreí pues era lo que esperaba. Miré a todos lados fascinado de ver una ciudad rodeada de sitios verdes y bonitos, hey con esto no quiero decir que sea una ciudad perfecta, pero si estaba muy por delante de la ciudad de donde venia. La sensación de bienestar me recordó mi llegada a Mérida en el año 85. Tal cual.
Busque mis maletas y llamé a la amiga de mi esposa para avisarle que había llegado bien y me dijo que me fuera a su apartamento.

Rodé mis maletas por los pasillos del terminal de pasajeros, que parecía un aeropuerto: todo limpio, las tiendas variadas ofreciendo sus productos, las lineas de buses preparando, unos la saluda, otros la llegada. Tuve que preguntar donde estaban los taxis porque caminé mucho y no veía fin.
Las ventas de comida me tenían loco. Puras cosas ricas.
En la puerta, un taxi me esperaba seguido de un batallón de carros listos para servir. Mi primera sorpresa: tenia taximetro, así que no me iba a encontrar a un taxista abusador tratando de quitarle dinero al extranjero pendejo. Le di la dirección donde iba y me quedé mudo mirando todo, todo, todo. Ademas, estaba mamado del viaje!!
Aquí es sencilla la cosa: si dices que vas a la avenida 1 con calle 2, allí vas a dar. En menos de 10 minutos, con cola, llegué al apartamento de nuestra amiga Angy.
Ya estaba en Colombia, en Bogotá. Era el 01 de Noviembre de 2018 y era el primer dia del resto de mi vida.

martes, 6 de agosto de 2019

Colombia. I Parte

El viaje.
Me levanté a las 3am. En realidad no pude dormir en toda la noche pues un millon de dudas asaltaban mi mente. En ese momento, me senti como un bebé que no sabe caminar, hablar, comer. Nada.
Mi madre y mis hermanos tamvien se levantaron y me ayudaban a terminar de arreglar todo.
La noche anterior, habia preparado mis maletas y con dolor tuve que dejar muchísimas de mis cosas mas valiosas y queridas. Salia como los indios con un tapa rabos.
Mi madre me preparó cinco panes con mantequilla y queso. Esa iba a ser mi comida por dos dias de viaje. Tome un te caliente, que me ayudó a calmar mi estomago. Me tome una pastilla para el viaje e hice inventario de todo.
El tiempo voló y mi transporte llego puntualmente a las 4:30am.
Me despedi entre lágrimas de mi madre, de mi hermana y mi sobrina, con una mezcla de sentimientos.

De alli hasta Maicao fue un viaje cualquiera por sitios desconocidos. Todo oscuro, caserios, carreteras sin señales. El chofer hablaba como si nada y yo, internamente pensaba ¿y ahora que voy a hacer? Mis manos estaban blancas de apretarlas y me sentia sumamente solo. Ni siquiera podía compararlo con aquel viaje del 2000 cuando fui en avion hasta Miami. Ahora atravesaba pueblos fantasmas oscuros.
Perdi la cuenta de las alcabalas legales e ilegales que atravesabamos, incluso el puesto del SAREN donde meses después le quitaran 20$ a mi esposa, para poder sacar a mi hija chiquita del pais.
Llegué a la frontera cuando ya el sol habia salido. Tierra por todos lados, comerciantes, viajeros como yo, mucha gente; nada comparado con el puente Simon Bolivar de Cucuta. Este puesto fronterizo era mucho mas tranquilo.
Le pagué el viaje al chofer y le di unos dolares para que los cambiara a pesos.
Pase por aduana,  metieron las manis en una maleta y ya. Pase al SAIME,  me selllaron la salida y ya. Atravesé la frontera pasando un portón. Asi de fácil.
Del otro lado, si tardé una hora en la cola de inmigración para sellar mi entrada. El oficial me dijo Tiene 15 dias para ir a Migracion Colombia y sacar su cedula de extranjero.  Y zaz! Ya estaba en Colombia.
El chofer cambió de carro y me llevó hasta el terminal de pasajeros, dejandome en la oficina de la linea de bus que le indique.
Casi que tiró las maletas y arrancó  (tal vez iba a buscar a otro pasajero).
Mi equipaje consistía en una maleta grande, un bolso largo y un portafolio. Mi morral se habia roto semanas atras y no lo pude usar.
Tanto la maleta como el bolso estaban a punto de explotar y pesaban mucho. Al llegar al terminal, ya el sol estaba en todo su esplendor y apenas eran las 8am. Caminar los 10 metros del estacionamiento a la oficina, se hizo una eternidad. Al llegar, el encargado me vendió el boleto por $120.000 y me indicó estar junto al bus 30 minutos antes de la salida; mientras, me podia sentar en la sala de espera VIP...
La fulana sala de espera, parecia mas bien la de un hospital de mala muerte. Estaba llena de moscas, no tenía aire acondicionado y las sillas estaban rotas. Tenia miedo de respirar y tragarme ina mosca. Para colmo, el celular se estaba descargando y solo habia un enchufe disponible.
Sali a caminar un rato y aproveché a comprar una linea celular (ya movistar no me servía) y le recargue $15.000 para que durara 15 dias. De inmediato el celular se actualizó totalmente a una velocidad que jamas habia visto ! Compre ademas un litro de agua y con eso ya estaba listo para el viaje.
Rodé mi equipaje hasta el bus, lo registré y subí a buscar mi asiento. En la parte de abajo, habia un toma corriente y pude enchufar el celular, luego me dieron la clave del wifi del bus y me reporté a mi familia. Todo estaba bien.
El bus salió a la hora acordada pero rodó una hora mas en la ciudad, recogiendo mas gente. Finalmente salimos a las 10:30am de Maicao.
De allí en adelante el viaje fue bastante largo y diría que rutinario. Mucho llano, árboles, caseríos, pueblos, carreteras. El bus no tenía aire acondicionado pero tampoco hacia calor. Mientras miraba el paisaje desde la ventana, seguía pensando ¿en que me había metido? Tenia claro que le había prometido a mi hija chiquita una mejor vida y le prometí a mi madre ayudarla, pero ¿podría cumplirles? Por otro lado ¿donde iba a llegar? Una de mis amigas me había dicho chamo venite y luego desapareció del mapa. ¿donde iba a trabajar y en que? Para muchos fue muy fácil decir que me fuera y la realidad era otra cruda y distinta.
Mientras pensaba, comía a pellizcos mis panes con queso y un sorbo de agua. No quería que mi colon me diera sorpresas en carretera. Y así me dormí; me dormía a ratos y despertaba para descubrir que estaba en un sitio muy lejano, que nunca había conocido. La señal del GPS me indicaba una ubicación ficticia.
Finalmente, el bus se detuvo en un restaurant de carretera para que todos almorzaran. Esa fue la primera de muchas veces que aspire el aroma de comida rica, sin poder comerla. Es muy arrecho andar con hambre y la iba a pasar en serio.
Hice pipí y volví al bus a pellizcar mis panes con queso. Era como las 3 de la tarde. Aun faltaba mas de 12 horas de viaje, asi que me acomodé y trate de dormir. Se hizo rápido de noche y todos durmieron mientras el bus zigzagueaba por las carreteras. Hizo varias paradas y yo seguí en mi asiento.
Asi fue hasta las 5 de la madrugada.

Me voy a Colombia

Luego de regresar de Estados Unidos, al poco tiempo, por supuesto,  comencé a arrepentirme. Asi que volví  a mis sueños de volar y emigrar.
Por supuesto, todo era una fantasia solitaria, muy mia. Mi esposa evadia el tema cada vez que lo mencionaba y yo sentia que Venezuela me quedaba pequeño para las cosas que yo queria tener. Ya la dictadura era palpable y mi constante anhelo de vivir como en los años 80s, me motivaba a querer salir del pais, pero ahora con una familia. Ya no era solo yo; ahora tenia esposa y dos hijas.
Muchos,  menos yo, tenian fe de que de un momento a otro, todo iba a cambiar y seria como aquellos años. Y el tiempo paso y nada cambió. Fue entonces, en mi afan de investigación que recordé que mi esposa era colombiana y a través de ella podiamos emigrar a Colombia de manera legal. Confieso que no era mi idea original, ni mi plan ideal, pero al menos sabia que de allí podia saltar a otro pais en un futuro.
Tampoco me hicieron caso. Pasaron muchos años y se esperó a que todo se volviera mas dificil en todos los sentidos, para poder salir. Los documentos se vencieron, se hizo dificil apostillar, desapareció el efectivo,  colapso el transporte público y los servicios. Cuando finalmente me dieron permiso, ya era dificil todo.
Sin embargo, conseguí un trabajo en linea con un amigo en Costa Rica y el pago, al cambiarlo a Bolívares era muy bueno. Paralelo a esto, otra amiga en Estados Unidos, se ofreció a ayudarme económicamente y con esto pude reunir dinero necesario para pagar los documentos y los pasajes para poder arrancar solo.
Asi, luego de múltiples tropiezos y un intento de robo de una gestora, el 30 de Octubre de 2018 ya estaba listo para el viaje.
Con el corazón como una pasita, confundido, asustado, triste, me despedi de mi esposa y mis hijas y camine a casa de mi madre donde al otro día partiria a Colombia por tierra.

Comenzaba mi nueva historia...