Luego de regresar de Estados Unidos, al poco tiempo, por supuesto, comencé a arrepentirme. Asi que volví a mis sueños de volar y emigrar.
Por supuesto, todo era una fantasia solitaria, muy mia. Mi esposa evadia el tema cada vez que lo mencionaba y yo sentia que Venezuela me quedaba pequeño para las cosas que yo queria tener. Ya la dictadura era palpable y mi constante anhelo de vivir como en los años 80s, me motivaba a querer salir del pais, pero ahora con una familia. Ya no era solo yo; ahora tenia esposa y dos hijas.
Muchos, menos yo, tenian fe de que de un momento a otro, todo iba a cambiar y seria como aquellos años. Y el tiempo paso y nada cambió. Fue entonces, en mi afan de investigación que recordé que mi esposa era colombiana y a través de ella podiamos emigrar a Colombia de manera legal. Confieso que no era mi idea original, ni mi plan ideal, pero al menos sabia que de allí podia saltar a otro pais en un futuro.
Tampoco me hicieron caso. Pasaron muchos años y se esperó a que todo se volviera mas dificil en todos los sentidos, para poder salir. Los documentos se vencieron, se hizo dificil apostillar, desapareció el efectivo, colapso el transporte público y los servicios. Cuando finalmente me dieron permiso, ya era dificil todo.
Sin embargo, conseguí un trabajo en linea con un amigo en Costa Rica y el pago, al cambiarlo a Bolívares era muy bueno. Paralelo a esto, otra amiga en Estados Unidos, se ofreció a ayudarme económicamente y con esto pude reunir dinero necesario para pagar los documentos y los pasajes para poder arrancar solo.
Asi, luego de múltiples tropiezos y un intento de robo de una gestora, el 30 de Octubre de 2018 ya estaba listo para el viaje.
Con el corazón como una pasita, confundido, asustado, triste, me despedi de mi esposa y mis hijas y camine a casa de mi madre donde al otro día partiria a Colombia por tierra.
Comenzaba mi nueva historia...
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