Poco antes de las 3am desperté al sentir que el bus se detenía. Hacía rato que el frío (creo que mas externo que interno del bus) hizo que me cubriera con mi chaqueta. El dolor de espalda también pedía caminar un rato y tomar un calmante, así que me puse mis botas y bajé como algunos pasajeros.
Estábamos en un terminal de pasajeros en un sitio llamado Chia.
Varios puestos de comida rápida, panes, recuerdos, estaban abiertos y todos estaban muy despiertos! Pregunté por el precio de una pieza de pan dulce (mi suministro de panes con queso ya no existía y tenia mucha hambre) y sin conocer mucho de pesos colombianos, me pareció que $8.000 por un pan, era mucho, así que fui al baño, donde tuve que pagar $500 solo por mear.
Al salir, opté por comprar un paquete de tostones y otro litro de agua por tan solo $5.000. Volví al bus, me tome 4 ibuprofenos de 200mg y me comí mi toston con agua. No entendía como algunos pasajeros comían sopa de res, chorizo y granos a esa hora!!
Una amiga de mi esposa, pendiente todo el viaje de mi (no lo había mencionado) me escribió preguntándome por donde iba, y cuando le dije donde me comentó que estaba cerca de Bogotá, como a 2 horas y media.
Me volví a acomodar en mi incomoda silla y me deje llevar por el sueño mientras las pastillas hacían efecto.
Volví a despertar al sentir que el bus cambiaba mucho de velocidad. Abrí la cortina de la ventana y esta estaba totalmente empañada, signo inequívoco de que afuera había mas frío que adentro; además, logre ver más tráfico y edificio, por lo que asumí que ya estaba entrando a la ciudad.
El reloj me indicaba que eran las 5am y en el cielo vi un avión volar bajo. Ya estaba en Bogotá!!
Parece mentira pero ese pedacito de tiempo, cuando uno sabe que esta cerca, se hace mas largo. Mi ventana seguía empañada pero en la distorsión veía taxis amarillos, buses de transporte público, particulares, motos y mucha gente caminando.
Mi primera emoción fue ver una ciudad inmensa, despertar como si nada. Mostraba, sin enseñar, que todo funcionaba: la gente iba a sus trabajos, no había colas en las estaciones de servicio, ni durmiendo en las entradas de los supermercados guardando turno para entrar a comprar comida.
El bus rodeó el terminal y se detuvo al final de un andén. La mayoría se levantó de inmediato para bajar; yo me quedé sentado mirándolos. No tenia apuro, nadie me esperaba. Otros, al igual que yo, seguían en sus asientos desperezandose.
Finalmente, me levanté me coloqué mi chaleco de lana, mi chaqueta de cuero y mi gorro favorito, encendí mi snapcam y grabe un corto video mientras bajaba del bus.
El aire frío me golpeó la cara. Y me sonreí pues era lo que esperaba. Miré a todos lados fascinado de ver una ciudad rodeada de sitios verdes y bonitos, hey con esto no quiero decir que sea una ciudad perfecta, pero si estaba muy por delante de la ciudad de donde venia. La sensación de bienestar me recordó mi llegada a Mérida en el año 85. Tal cual.
Busque mis maletas y llamé a la amiga de mi esposa para avisarle que había llegado bien y me dijo que me fuera a su apartamento.
Rodé mis maletas por los pasillos del terminal de pasajeros, que parecía un aeropuerto: todo limpio, las tiendas variadas ofreciendo sus productos, las lineas de buses preparando, unos la saluda, otros la llegada. Tuve que preguntar donde estaban los taxis porque caminé mucho y no veía fin.
Las ventas de comida me tenían loco. Puras cosas ricas.
En la puerta, un taxi me esperaba seguido de un batallón de carros listos para servir. Mi primera sorpresa: tenia taximetro, así que no me iba a encontrar a un taxista abusador tratando de quitarle dinero al extranjero pendejo. Le di la dirección donde iba y me quedé mudo mirando todo, todo, todo. Ademas, estaba mamado del viaje!!
Aquí es sencilla la cosa: si dices que vas a la avenida 1 con calle 2, allí vas a dar. En menos de 10 minutos, con cola, llegué al apartamento de nuestra amiga Angy.
Ya estaba en Colombia, en Bogotá. Era el 01 de Noviembre de 2018 y era el primer dia del resto de mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario