La oficina quedaba muy cerca de donde iba a vivir. Caminando llegaba en 20.minutos y como me venía por la Carrera 13 y habían bastantes tiendas, se me hacía divertido el viaje.
Mi primer día de trabajo llegué tan temprano que me dio oportunidad de pulir las botas. Aquí aprendí que si no conoces las direcciones, es mejor llegar temprano. Esa escusita maracucha de me perdí y por eso llegué tarde, aquí no funciona.
Pero mi jefa inmediata, si llegó tarde. Gran ejemplo.
La oficina, ubicada en el 4to piso de un edificio de apartamentos, tenia dos áreas: la de la derecha era una inmobiliaria que administraba una cantidad de alquileres y la de la izquierda llevaba mas de 2000 casos de embargo por distintas razones. Se me comenzó presentando como un auxiliar administrativo y estaba a la orden de todo y de todos. Todos saludaron y siguieron en lo suyo.
Ese primer día, me afiliaron al servicio de salud y firme un contrato por 6 meses. Días posteriores a pensiones y cuentas bancarias.
Al final del día, corrí a la residencia, llevé el contrato de trabajo y la documentación y me entregaron las llaves de mi habitación. Luego, fui a un supermercado y compré lo básico: un colchón inflable, utensilios de cocina, almohadas... lo esencial. Después corrí al apartamento de la Tía a buscar mis cosas.
Desde un principio no quería quedarme allí mucho tiempo para no molestar, así que agradecí y pedí disculpas por las molestias causadas.
En la noche, me establecí en mi nueva casa: un apartamento compartido con 6 cuartos, dos baños, cocina, estar, lavadora, wifi, tv por cable y agua caliente.
Ese día sentí que lo había logrado todo, en 15 dias: trabajo y casa. Wow! Que euforia!... pero es malo emocionarse tanto...
A partir de alli mi vida se fue volviendo rutinaria. Cada mañana me preparaba mi desayuno temprano y salía a la oficina caminando. Siempre llegaba de primero como 30 minutos antes y siempre tuve que esperar a que habrieran temprano.
Tenia una hora para almorzar desde la 1pm hasta las 2pm y salía a las 5pm; caminaba 20 minutos al apartamento, me bañaba, preparaba mi cena y el almuerzo del día siguiente y me acostaba a dormir.
Todos los dias!
Los fines de semana, iba a los museos, el planetario, parques, centros comerciales.
Me adapté sorprendentemente rápido a la ciudad y su entorno. En la oficina, me puse a trabajar con los abogados (del lado izquierdo) y me sentí muy cómodo y a gusto con ellos. No me dejaban hacer nada de lo que sabía, pero no me importaba. Igual hacia mi trabajo y luego me iba a casa.
Me di cuenta que todos, o la mayoría, me trataban muy bien. Una señora comentaba, en voz alta, que odiaba a los venezolanos (unos choros asaltaron a su mamá y aseguraban que eran venezolanos) pero al salir de la oficina, zaz! Se acababa el encanto. Nunca nadie fraternizó conmigo ni me invitó a tomar un tinto o tuvo algún gesto distinto. Repito: no me trataron mal... pero no eran como mis compañeros de trabajo de 24 años atrás. Pero podía vivir con eso.
Si me di cuenta de que el dinero rendía poco y siempre quedaba medio apurado días antes de cumplir las quincenas. Mas de una vez tuve que pedir prestado y los devolvía dos días después.
Aproveché el servicio médico y me puse en tratamiento para la tensión y los dolores de cabeza.
Diciembre llegó rápido y con él, nostalgias por no estar con mis chicas. Extrañarlas era constante y se hizo aburrido salir sin ellas. El 24 de diciembre, fui a una iglesia y luego me regresé al apartamento, cené (un tamal comprado en un supermercado) y me acosté a dormir. Lo mismo hice el 31 de diciembre, aunque una prima de mi esposa me invitó a pasarla con su familia.
Para fin de año, la empresa perdió el contrato de las demandas y despidieron a todos los del lado izquierdo... menos a mi, así que pasé al lado derecho.
Tuve que empezar de cero y aprender sobre alquileres en un área donde por años, todo lo llevaba una sola persona. Y no digitalizado.
Se acabó el encanto y toda la gente amable se fue. El trabajo se hizo pesado y tedioso y comencé a preocuparme.
Mis chicas llegaron el 14 de febrero y las recibí con sus respectivos regalos. Como yo vivía en una habitación, no podía llevarlas, así que se quedaron en el apartamento de la tía, mientras Yaneth conseguía empleo y nos mudabamos todos juntos. Mientras, seguíamos separados pero cerca.
Los fines de semana la pasábamos juntos y yo les preparaba comida, y salíamos a los sitios cercanos. También aprovechamos el seguro para atender algunas dolencias de Paula.
Caminando, conseguimos un apartamento en buena zona, cerca del colegio de Paula y a buen precio. Estaba un poco escoñetado, pero nos funcionaba a los tres, pues ya estábamos de nuevo juntos y no molestabamos a nadie.
Luego un día, me ofrecieron un mejor empleo más lejos pero con mejores condiciones, así que renuncié donde estaba y comencé a trabajar en una casa de subastas industriales.
Seguía subiendo, pero todo lo que sube, tiene que bajar...
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