2do día.
Me desperté temprano y aunque la cama no era lo que esperaba, logré descansar mi adolorido cuerpo.
Llamé a mi amiga Mariale, quien supuestamente me iba a tener donde vivir y al final resultó falsa alarma. Sin embargo, quedamos en vernos en la zona donde ella vive: Suba.
Caminé como 7 cuadras hasta encontrar la estación del Transmilenio (bus que asemeja un metro y que va por una vía exclusiva). Pregunté en la taquilla como era el proceso y me informaron que la tarjeta costaba $5.000 y cada viaje costaba $2.300, asi que pagué $20.000 para estar cubierto.
Esa fue la primera vez que use el transmilenio. Me tuve que bajar en una parada y tomar otro bus, o sea un transbordo.
El viaje fue fantástico. Al principio, el primer bus iba super lleno y quedé prácticamente pegado a la puerta, pero cuando hice el transbordo logre sentarme y disfruté un largo, largo viaje hasta el Portal de Suba (la última estación).
Aun era temprano, asi que entré en en Exito a curiosear y comer algo. Quedé loco al ver todo lo que había en el supermercado. Hasta motos vendían!
En la parte de afuera, había sitios de comida y me desayuné dos empanadas de pollo con queso y una gaseosa (refresco) de manzanita Postobon (favorita de mi esposa). Las empanadas aquí no son como las de Maracaibo. Al menos, las de pollo. Pareciera que cada empanada tuviese una pechuga de pollo. Riquisimaaaa!!
Luego de desayunar, Mariale me indicó como y donde encontrarnos, así que me puse en camino.
Tenía mucho tiempo sin verla y fue inevitable emocionarme. Caminamos por todos los edificios cercanos y tomamos datos de los teléfonos de alquileres. Conversamos y nos pusimos al día.
Me indicó que bus tomar de regreso y nos despedimos.
En el camino, la Tia Oliva (hermana de mi suegra) me llamó para ver como había pasado la noche y le dije que me tuve que quedar en un motel.
Ella me ofreció su casa mientras me establecía, así que fui al apartamento de Angy, recogí mis cosas y me fui a Teusaquillo, sitio donde ella vivía con sus hijas y su nieta.
Me recibieron muy bien. Yo seguía aturdido por todo el cambio y el cansancio mental me estaba afectando. Me ofrecieron un sofá en la sala, el cual acepté de gran agrado. Esa noche de seguro (y todas las siguientes) no los deje dormir con mis ronquidos.
Pero ya estaba algo mas tranquilo.
Allí estaría dos semanas...
viernes, 9 de agosto de 2019
Bogotá. 2 noviembre 2018
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